La sirena, de Ray Bradbury



En el cuento aparece un monstruo marino de treinta metros de largo y millones de años de antigüedad. Hace presencia ante McDunn, curtido en mares, y el pequeño Johnny, encargados de un faro costero dotado con una sirena a la que el animal responde con gritos ensordecedores. Cuando el chico vio al bicho por primera vez:
– Calma muchacho, calma– musitó McDunn.
– ¡Es imposible!– dijo el joven.
– No, Johnny, nosotros somos imposibles. Él es lo que era hace diez millones de años. No ha cambiado. Nosotros y la tierra cambiamos, nos hicimos imposibles. Nosotros.
De 'Las doradas manzanas del sol', Ray Bradbury

17 años, ya, sin Bukowski




«Quizás lo encontremos al morir. Quizás no. Tenéis vuestros libros de filosofía, vuestros sacerdotes, vuestro predicador, vuestro científico, así que no me lo preguntéis a mí.»

¡Arriba!