Bastará decir que soy J. Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne.
Hoy ha fallecido Ernesto Sabato, porteño, nació y murió en su Buenos Aires. Como casi todos los que le han leído, recuerdo con especial cariño El túnel. En 2006 releí el libro, casualmente días después vi la película (1987) basada en él, y poco más tarde tuve la suerte de ver la obra representada en el teatro, nada más y nada menos que por Héctor Alterio; Pilar Bayona, Paco Casares y Rosa Manteiga eran el resto del reparto.
Alterio, majestuoso, era Juan Pablo Castel, y Rosa, la guapa María Iribarne. En el libro Juan Pablo y María rondan edades similares, en cambio, entre la edad de Héctor y Rosa ha llovido mucho. ¿Cómo estructurar y guionizar la obra para conseguir un enfoque perfecto? Pues haciendo Juan Pablo un monólogo en primera persona, e intercalarlo en tiempo real a base de flashbacks con el resto personajes.
Alterio, majestuoso, era Juan Pablo Castel, y Rosa, la guapa María Iribarne. En el libro Juan Pablo y María rondan edades similares, en cambio, entre la edad de Héctor y Rosa ha llovido mucho. ¿Cómo estructurar y guionizar la obra para conseguir un enfoque perfecto? Pues haciendo Juan Pablo un monólogo en primera persona, e intercalarlo en tiempo real a base de flashbacks con el resto personajes.
Releí la carta y me pareció que, con los cambios anotados, quedaba suficientemente hiriente. La cerré, fui al Correo Central y la despaché certificada.
Apenas salí del correo advertí dos cosas: no había dicho en la carta por qué había inferido que ella era amante de Hunter; y no sabía qué me proponía al herirla tan despiadadamente. (...) Una vez más, pues, había cometido una tontería con mi costumbre de escribir cartas muy espontáneas y enviarlas en seguida. Las cartas de importancia hay que retenerlas al menos un día hasta que se vean claramente todas las posibles consecuencias.
Quedaba un recurso desesperado, ¡el recibo! Lo busqué en todos los bolsillos, pero no lo encontré: lo habría arrojado estúpidamente, por ahí. Volví corriendo al correo, sin embargo, y me puse en la fila de las certificadas. Cuando llegó mi turno, pregunté a la empleada mientras hacía un horrible e hipócrita esfuerzo por sonreír:
–¿No me reconoce?
La mujer me miró con asombro: seguramente pensó que era loco. Para sacarla de su error, le dije que era la persona que acababa de enviar una carta a la estancia Los Ombúes. El asombro de aquella estúpida pareció aumentar y, tal vez, con el deseo de compartirlo o de pedir consejo ante algo que no alcanzaba a comprender, volvió su rostro hacia un compañero; me miró nuevamente a mí.
–Perdí el recibo– expliqué.
No obtuve respuesta.
–Quiero decir que necesito la carta y no tengo el recibo– agregué.
Apenas salí del correo advertí dos cosas: no había dicho en la carta por qué había inferido que ella era amante de Hunter; y no sabía qué me proponía al herirla tan despiadadamente. (...) Una vez más, pues, había cometido una tontería con mi costumbre de escribir cartas muy espontáneas y enviarlas en seguida. Las cartas de importancia hay que retenerlas al menos un día hasta que se vean claramente todas las posibles consecuencias.
Quedaba un recurso desesperado, ¡el recibo! Lo busqué en todos los bolsillos, pero no lo encontré: lo habría arrojado estúpidamente, por ahí. Volví corriendo al correo, sin embargo, y me puse en la fila de las certificadas. Cuando llegó mi turno, pregunté a la empleada mientras hacía un horrible e hipócrita esfuerzo por sonreír:
–¿No me reconoce?
La mujer me miró con asombro: seguramente pensó que era loco. Para sacarla de su error, le dije que era la persona que acababa de enviar una carta a la estancia Los Ombúes. El asombro de aquella estúpida pareció aumentar y, tal vez, con el deseo de compartirlo o de pedir consejo ante algo que no alcanzaba a comprender, volvió su rostro hacia un compañero; me miró nuevamente a mí.
–Perdí el recibo– expliqué.
No obtuve respuesta.
–Quiero decir que necesito la carta y no tengo el recibo– agregué.
Seguir leyendo el extracto de El túnel...
Descarga este texto en PDF
Ver online 'El túnel' (1987) / Escena de la carta en el minuto 1:21:45.
Info | Vídeo, entrevista a Sabato en 'A fondo' (1977)
Info | Podcast, 'Carne cruda' homenajea a Sabato (5/5/2011)
2 comentarios:
me quedan tantas cosas por hacer que ni en cien millones de agendas encontraré el tiempo....
y una de ellas es esta, leer a Sábato, me gustó el fragmento que copiaste
Lo mejor de vistarte, es lo "llena" que me voy. Sábato, Rimbaud, Marley de fondo, una viñeta de Paul Klee, y sí, así me voy... amante de Girondo y abrazada de palabras geniales.
Mi beso,
A.
Publicar un comentario
«Toda palabra dicha despierta una idea contraria.» Goethe.