Dato biográfico, de Ángel González


Cuando estoy en Madrid,
las cucarachas de mi casa
protestan porque leo por las noches.
La luz no las anima a salir de sus escondrijos,
y pierden de ese modo la oportunidad
de pasearse por mi dormitorio,
lugar hacia el que, por oscuras razones,
se sienten irresistiblemente atraídas.
Ahora hablan de presentar un escrito
de queja al presidente de la República,
y yo me pregunto:
¿en qué país se creerán que viven?
Estas cucarachas no leen los periódicos.

Lo que a ellas les gusta
es que yo me emborrache
y baile tangos hasta la madrugada,
para así practicar sin riesgo alguno
su merodeo incesante y sin sentido,
a ciegas por las anchas baldosas de mi alcoba.
A veces las complazco,
no porque tenga en cuenta sus deseos,
sino porque me siento irresistiblemente
atraído por oscuras razones,
hacia ciertos lugares muy mal iluminados
en los que me demoro sin plan preconcebido
hasta que el sol naciente anuncia un nuevo día.

Ya de regreso en casa,
cuando me cruzo por el pasillo
con sus pequeños cuerpos que se evaden
con torpeza y con miedo
hacia las grietas sombrías donde moran,
les deseo buenas noches a destiempo
—pero de corazón, sinceramente—
reconociendo en mí su incertidumbre,
su inoportunidad, su fotofobia,
y otras muchas tendencias y actitudes
que —lamento decirlo—,
hablan poco en favor de esos ortópteros.


1 comentarios:

eMiLiA dijo...

Bravo.

:)

Un abrazo.

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«Toda palabra dicha despierta una idea contraria.» Goethe.

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