«Sacha había nacido en una finca próxima a Moscú. Su padre, Miguel Nicolaievitch Savarof, era un militar distinguido. Había vivido en su juventud como un oficial de posición, asistiendo a las fiestas del gran mundo, jugando y bebiendo con sus camaradas, emborrachándose alegremente, dando alguna que otra vez una paliza a algún labriego o a algún soldado, pero sin mala intención y sin guardarle después rencor. En el fondo no había hecho más que seguir las tradiciones del militar de buena familia.
Al llegar a la mitad de la vida y al verse revestido de autoridad se hizo despótico, brutal y puntilloso. Como no era inteligente creyó que debía ser duro. De jefe se vio que Savarof no sólo no brillaba por su inteligencia o por su cultura, sino que se hacía cada vez más cerrado, más torpe, más militar.
Hay algunos fisiólogos que suponen que mientras la sutura frontal del cráneo no se cierra definitivamente, el cerebro puede seguir desarrollándose y creciendo. Sin duda a Savarof esta sutura se le cerró pronto, cosa bastante frecuente entre los generales rusos y de los demás países.»
Al llegar a la mitad de la vida y al verse revestido de autoridad se hizo despótico, brutal y puntilloso. Como no era inteligente creyó que debía ser duro. De jefe se vio que Savarof no sólo no brillaba por su inteligencia o por su cultura, sino que se hacía cada vez más cerrado, más torpe, más militar.
Hay algunos fisiólogos que suponen que mientras la sutura frontal del cráneo no se cierra definitivamente, el cerebro puede seguir desarrollándose y creciendo. Sin duda a Savarof esta sutura se le cerró pronto, cosa bastante frecuente entre los generales rusos y de los demás países.»
0 comentarios:
Publicar un comentario
«Toda palabra dicha despierta una idea contraria.» Goethe.