En el cuento aparece un monstruo marino de treinta metros de largo y millones de años de antigüedad. Hace presencia ante McDunn, curtido en mares, y el pequeño Johnny, encargados de un faro costero dotado con una sirena a la que el animal responde con gritos ensordecedores. Cuando el chico vio al bicho por primera vez:
– Calma muchacho, calma– musitó McDunn.
– ¡Es imposible!– dijo el joven.
– No, Johnny, nosotros somos imposibles. Él es lo que era hace diez millones de años. No ha cambiado. Nosotros y la tierra cambiamos, nos hicimos imposibles. Nosotros.
De 'Las doradas manzanas del sol', Ray Bradbury
2 comentarios:
Uh, me gustó mucho.
Cuántos pendientes tengo en la Literatura.
Abrazo!
otro más para esa colección de pendientes
(que conste que ya me los he pedido en la biblioteca: éste de Bradbury y el de Sábato -hay que reducir la inculticia-)
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«Toda palabra dicha despierta una idea contraria.» Goethe.